
Tras unos segundos de silencio, el Reciclador dió señales de actividad. Procesó el trabajo y por la rendija a tal efecto destinada, lenta y silenciosamente, apareció un billete de quinientos euros.
Asombrado comprobó su autenticidad, su textura, su sonido metálico. Perplejo, sin explicación a lo ocurrido, por intuición, se le ocurrió invertir el proceso. Metió el novísimo billete por donde había introducido minutos antes las hojas sueltas de los libros y aplicó de nuevo el programa del Reciclador. Con una demora parecida, la máquina le ofreció, esta vez en un folio, un pequeño y enigmático poema:
Intentando la noche al monte sube
Y allí, sobre la roca, junto al mar, Tansis murió
Y la guerra empezó y terminó en aquel instante
Tardó varias semanas en descifrarlo. Y no ha vuelto, de momento, a enredar con el aparatito.(C) M. Iglesias.