9 dic 2015

EL PUENTE DE LOS ESPÍAS.- Atticus Finch en el Telón de Acero.




Hace unos años un buen amigo mío abogado me regaló un libro: Cien abogados en el cine*. En él sus autores analizan y compendian, de una manera muy atractiva y sugerente, un  montón de películas que han abordado variados asuntos de la justicia humana dentro de ese subgénero conocido como cine jurídico.
Sobresaliendo sobre todos los abogados que pueblan sus elegantes páginas destaca la figura del letrado íntegro e indomable; aquel capaz de asumir la defensa del individuo contra viento y marea. Ese abogado no puede ser otro que Atticus Finch, el personaje creado por Horton Foote y Robert Mulligan, guionista y director de la adaptación de la famosa novela de Harper Lee " To Kill a Mockingbird".
El gran Spielberg, con la ayuda en el guión de los hermanos Coen (los muy apercibidos notarán algo de su estilo en el personaje del espía ruso) cuenta una historia basada en hechos reales acaecida en la época más caliente de la eufemística, y puede que nunca desaparecida, guerra fría entre dos potencias con arsenal atómico apocalíptico, Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Era una época de espionaje, de contraespionaje, de reproches y recelos mutuos entre las dos potencias antagónicas en el manejo del poder en el mundo. Momento histórico que el director de  Cincinnati aprovecha para retomar uno de sus asuntos favoritos: el héroe anónimo en la figura de un hombre corriente, y para nada el cine de espías acostumbrado y al uso.
Los grandes directores comparten rituales, podríamos llamarlo estilos y maneras, de ahí su categoría. Me ha venido a la memoria, no sé muy bien por qué, el gran John Ford; aquella soledad doméstica de sus héroes; sobre todo de aquellos valores y principios irrenunciables que eran portadores, haciéndolos prevalecer incluso ante una hostil y  nada comprensiva opinión pública.
Aquellos años cargados necesariamente de dorada nostalgia para el autor de Tiburón son recreados con el puntillismo y decoro propio de un maestro. 
No olvidemos lo que se estaba sórdidamente cociendo en la política norteamericana. 
De la misma forma que Atticus (Gregory Peck) padeció el desprecio de sus vecinos por defender a Tom Robinson, la vehemente y contundente defensa de Rudolf Abel (Mark Rylance) por parte de James B. Donovan (Tom Hanks) será rechazada por una sociedad al borde de la paranoia nuclear y anticomunista.
Una buena película, con momentos espléndidos que nos reconcilian con fórmulas narrativas de un cine con mayúsculas.

Alguien encontrará demasiado almíbar patriótico en los planteamientos del viejo Spielberg; unos oficiales alemanes que parecen escapados de La Lista de Schlindler , demasiado gordo el perro hambriento que aparece en la Alemania del Este, poco convincente el vaho de los protagonistas en la gélida noche del canje... Son tiquismicadas propias de un cinéfilo un tanto paranoico al que El puente de los espías le ha dejado un buen sabor de boca.

* Cien Abogados en el Cine  de ayer y de hoy
Ernesto Pérez Morán- Juan Antonio Pérez Millán
Ediciones Universidad de Salamanca





4 comentarios:

Trecce dijo...

Spielberg ha desempolvado el viejo aroma de las buenas películas sobre la Guerra Fría.

Iñigo Pereyra dijo...

Hoy la veo en la sesión de las 22.00... Le tengo ganas.

MANUEL IGLESIAS dijo...

Iñigo Espero tu opinión no te olvides.

MANUEL IGLESIAS dijo...

Trecce; Hay momentos de muy buen cine. Se agradece.

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