Mi primer trabajo en la Radio fue de enviado especial. Quince días antes de la llegada de sus Majestades salíamos, un técnico loco y yo, con escasos medios para Oriente. Las penalidades, casi insalvables, eran todas técnicas. No había telefonía móvil, ni satélites. Las líneas microfónicas dejaban mucho que desear y los patrocinadores, muy rácanos y mirados en el presupuesto, nos obligaban a agudizar el ingenio y a tirar de imaginación.
He de decir que utilicé un seudónimo: John Peter. Entrábamos en antena al escuchar la sintonía del control central de la emisora. Era la Danza ritual del fuego de Manuel de Falla. Daba como de cabalgata oriental y grandiosa por las calles de Damasco. El Rey que concedía entrevista y leía algunas cartas de los niños casi siempre era Baltasar. Muy atento siempre con los medios de comunicación.Tenía un deje que no he escuchado a nadie desde entonces. Era muy amable y cariñoso. Terminaba sus frases con un “zi zeñooor.. cóoomo nooo”.
Pasamos penalidades en aquellos lejanos lugares. Después, en la Radio, todo fue mejor, más perfecto, mucho menos imaginativo y maravilloso © M. Iglesias
Pasamos penalidades en aquellos lejanos lugares. Después, en la Radio, todo fue mejor, más perfecto, mucho menos imaginativo y maravilloso © M. Iglesias
2 comentarios:
Todavía recuerdo el cable bajando desde un tercer o cuarto piso, para unir el micrófono a la línea telefónica y poder usarlo desde la calle.
Me alegra que todo el final fuera maravilloso, como lo fue leerte por mi blog. Un abrazo muy fuerte,
Yo
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