Foto: Jardín y Venus . M. Iglesias.©
“—Creedme, todo depende de que uno tenga una vez en la vida una primavera sagrada, que le colme el pecho de tanta luz y tanto esplendor que baste para dorar con ellos todos los días venideros”
Rainer María Rilke
Enferma desde los trece años, recorrió la maravillosa edad sumida en pesadillas. Animaban su maltrecho cuerpo con promesas en forma de remedios insoportables. Sus rodillas se doblaban con la impotencia silenciosa de un desmayo. Un soplo del viento agotaba su fuerza. Los remedios impuestos instalaban el vómito, el dolor. Suplicios redentores; con ellos alcanzaría el sosiego. Sus hermosos ojos se agrandaban día a día. El cielo parecía dispuesto a ocuparlos con azules profundos.
La brisa tibia susurró dulcemente entre los abedules. Los cerezos dejaron de ser sombras y engalanaron el aire y los espacios. El sol se agrandó retocando en la mañana sus labios, su palidez hermosa de invierno. Dejó de sentir frio. Sueños extraños dieron paso al silencio. Aquella fue su última y verdadera primavera sagrada. © M. Iglesias (Variaciones Rilke de primavera)
2 comentarios:
Bien colorido que se te está poniendo el jardín.
Trecce: Es el contrapunto a esa última "primavera sagrada" de esa hermosa joven rilkeniana.
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