— ¿A quién queréis que suelte, a Jesús o al bandido Barrabás? — Dijo Poncio Pilatos en perfecto arameo.
La muchedumbre congregada ante la explanada de la residencia del procurador romano se sumió en un murmullo que parecía salir del polvo y el calor sofocante.
Unas voces sueltas y desperdigadas comenzaron a gritar con toda claridad
— Procurador, libera a Jesús de Nazaret. El clamor fue inmediato — Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, como una letanía.
Alguien se acerco al orondo procurador y al oído algo le dijo. La frase musitada pertenece a los grandes misterios de este mundo.
Una calma tensa dio paso a un nuevo griterío —Jesús, Jesús. Suelta a Jesús, suelta a Jesús, suelta a Jesús...
A las pocas semanas nadie recordaba al popular malhechor, cuyo cadáver se pudría en un monte cercano, clavado en una cruz.
El Nazareno liberado se diluyó entre el polvo y el discurrir del tiempo. Todo, desde esos días, es obvio, discurrió por otros derroteros.
© M. Iglesias/2014
4 comentarios:
Pudo ser.
Trecce: Cuanta sangre se hubiese dejado de verter, desde el primer día. Luego; mártires, cruzadas, reconquistas, santo oficio, evangelizaciones con espada, fanatismos, guerras de religión, más cruzadas...Hubiese sido otro mundo.
Es que tienes razón, a veces el devenir de la humanidad se cuenta por un determinado suceso, como si uno de los monolitos de 2001 hubiera aterrizado en ese momento del tiempo y el espacio.
Ethan: mi saturación de "semana de pasión. procesiones. Desmesura nacionalcatólica, me han llevado a imaginar el cuento de otra forma, sencilla y justa. ¡Cuanta sangre y carne chamuscada hubiesen llegado a una vejez normal.
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