PREMIO DE LAS LETRAS DE CASTILLA Y LEÓN
2013
Todos
somos un viejo ejército
un achacoso ejército vencido
un ejército triste sin banderas ni nombre
Somos
la trágica milicia destrozada
del tiempo, el deshonor, la sombra
que se queda prendida sobre el agua
A Jesús Hilario Tundidor, poeta vivo zamorano (1935), lo conocí personalmente en Septiembre de 1981. Salía a la luz su Libro de Amor para Salónica. Lo entrevisté en su casa para la radio. Me regaló y dedicó un ejemplar (aquí lo muestro) que conservo como un "tesoro único". Lo tenía ya signado en su biblioteca HILA/LIBDEA/PO4. Luego el buen amigo, grande, dueño de aquella voz cascada, siguió con su poesía y con su vida.
Atardece en noviembre
Mañanearás por siempre en la dulzura azul que cabildan tus pechos
y cuando
la tarde de los lentes se aposente miópica en el polvo olivar de tus años roídos
y mi nombre
regrese a ti como un pájaro deshenebradamente sucesivo y gastado
y sea
todo el pasar de la memoria un yerto viento abierto abatido por una serenidad iracunda:
recuerda
recuérdame.
Recuérdame claustral sobre tu vientre, pasajero en tu pubis, cardador, cereal, procesionario,
solo
Y aunque nunca la muerte, su floración, su pequeño milagro de contagio encendido,
llueva,
en tanto estés leyendo este poema o aire cuyo entablado fue la sonoridad
de tu corazón
el antruejo
con que siempre la vida burla el vivir, deshace la traición de la esperanza, hunde
noviembres:
recuerda,
recuérdame.
Diseminada y neutra, estremecida y múltiple, diaria y monocorde
y pensativa
bajo
la soledad
que es el último sueño, la última posdata y mayordomo y espera
que siempre
nos recibe y concluye, nos cesa, nos ensancha y rubrica como nada en la nada
y rocío,
oh dulce operadora de tristeza, catadora de nubes, verdiamada nocturna:
recuerda,
recuérdame.
Recuérdame
lo mismo que yo ahora te he pensado posterior y callada, dulce y nubil y sobre todo
amante
Alegoría sayaguesa. Óleo sobre lienzo © M. Iglesias |
MEMORIA
COMO si nada
hubiese pasado:el aire, la tormenta
Como si no
estuviésemos solos:la gente, el mar
haciéndose...
(Pero ya no existimos,
humedad y verdín sobre nosotros
cae, opaco
cardenillo es nuestra vida, turbia tela
roída, Salónica, vencida).
Luciente
al cabo la memoria llamo y entro:
esmeraldas, jacintos, carruajes, es todo
cuanto quedó de ti, solar, lo hermoso.
Como si nada
hubiese pasado
Como si nada
fuese importante ya sino tú misma.
Me tomaría, qué bien sé cómo, una marea de ternura,
un antídoto noble si pudiera para que nos limpiase los canales oscuros,
la vieja infección sucia de la guerra y el odio
Pero no es sólo gesto, sino gesta dolorosa.
Remordimiento acaso por mis años de niño,
su blanca inutilidad, su corto entendimiento.
POBLAMIENTO Homenaje a Fray Luis de León
Del monte en la ladera del espíritu.
Sedentario habitante del espíritu.
Orea el huerto el aire del espíritu.
Tu plaza recogida del espíritu.
Abre Fray Luis el mundo del espíritu
y conozca la paz de la materia.
Me tomaría un vaso de viento libre y de agua clara
donde sin azuletes ni lejía fuera toda la luz del mundo,
todo el aliento, toda la sosa cáustica precisa para lavar la sangre hereditaria.
Porque la sangre no es un álamo ni es una planta,
Poemas: Jesús Hilario Tundidor
Dibujo: El error del ingeniero de montes. Óleo: Alegoría sayaguesa © M. Iglesias
Poemas: Jesús Hilario Tundidor
Dibujo: El error del ingeniero de montes. Óleo: Alegoría sayaguesa © M. Iglesias
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