3 oct 2012

Mito Relato 25.- La gran zambullida




Esa hermosa mañana de otoño se quedó leyendo a Le Clézio, Lalla y Hartani, ensimismado. Tumbadazo en la hamaca, entre los abedules, al borde de la piscina, saboreando con deleite ese momento de soledad. 
Un trueno lejano y contundente lo espabila, como un petardo seco, con eco. Mira al cielo azul y cree apreciar una nube blancuzca, como la de un cohete de fiesta, improcedente en ese cenit azul. Prosigue con los protagonistas del libro. En unos instantes una gran zambullida se produce en su piscina. Se levanta sobresaltado, sin precisar ni otorgar lógica a los acontecimientos. Algo o alguien intenta salir a flote. Es una muchacha. Grita. Bracea alocadamente. Él se arroja como un resorte, sin pensarlo. La atrae al borde. La sujeta. Con esfuerzo la saca del agua. Está desnuda. Ha quedado inconsciente. Es muy hermosa. Quiere reanimarla con los métodos tradicionales. Le insufla aire por la boca. Le presiona el pecho con cierto escrúpulo. Ella tose. Abre unos hermosos ojos. Lo abraza muy fuerte. Su rostro aterrorizado parece pedir explicaciones. A él le sucede lo mismo.
Percibe la llegada de su mujer que mira la escena estupefacta -- querida, no te vas a creer lo que ha ocurrido -- Su mujer, en silencio, ha soltado las bolsas que traía , ha dado media vuelta y se ha marchado, es de suponer que para siempre.
(C) M Iglesias. Foto: La gran zambullida David Hockney

1 comentario:

Araceli Esteves dijo...

Gracias por el regalo, me ha encantado.
Un beso

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